martes, 10 de abril de 2018

EL DOCENTE HUMANISTA



Al analizar el rol del docente dentro de la educación se evidencia que esta profesión demanda de mucha preparación, pero sobre todo vocación para que la misma sea la que impulse al educador a ser cada día mejor, para su superación personal y la de sus alumnos, tomando en cuenta que se deben escoger estrategias adecuadas para los estudiantes de acuerdo a sus necesidades de aprendizaje. Siendo entonces el docente un profesional integral donde convine su saber con su parte humanista, solo de esta manera se cumpliría con el verdadero objetivo de la educación.  

La educación de una persona no depende solamente de la escuela o del docente, sino de varios factores internos y externos a la persona como por ejemplo: valores, disciplina, familia, cultura, la sociedad en sí. Como afirma José Mujica (comunicación personal, 07 de Agosto 2014) con su frase “No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar”, es por eso que no se puede exigir calidad educativa si la sociedad y la familia no se preocupan de educar.


Por la misma razón es que el docente debe ser innovador, romper esquemas, paradigmas, modelos mentales, estando dispuesto a cambiar su forma de ver las cosas para no dejarse vencer por las adversidades, preparándose para asumir y vencer los retos de las nuevas generaciones, con la mentalidad de que forma seres humanos y que tiene la gran responsabilidad de hacer de ellos personas integrales que aporten positivamente a la sociedad.

 La función del docente dentro de la vida de las personas es decisiva de manera negativa o positiva, es por esto que no basta solo con los conocimientos, sino  con una sólida personalidad basada en la fe, carácter firme, compresión a los estudiantes, el afecto, respeto, optimismo, constancia y coraje, que permitan trascender en la vida de los estudiantes motivándolos con el ejemplo a no rendirse y dar lo mejor en todo momento.

La profesión docente exige cualidades, actitudes y aptitudes excepcionales que deben ser demostradas en la práctica, identificando por ejemplo en los estudiantes las diferentes necesidades de aprendizaje y en base a esto elegir estrategias adecuadas que permitan llegar a  todos con el conocimiento y este sea significativo. Pero sobre todo contar con la vocación para realizar un trabajo que no solo sea por obligación, sino que sea impulsado por el deseo que realizar cambios en la vida de sus educandos.

En efecto la profesión docente es un verdadero reto que demanda de mucha preparación, teniendo como prioridad la calidad humana con la que se relacione con sus estudiantes, para poder llegar a cada uno de ellos de una manera eficiente.  Entonces el mejor maestro no es aquel que sabe todo o el que tiene la mayor cantidad títulos sino aquel que le gusta estar pendiente de los demás, que ve las necesidades de sus estudiantes  y en base a ellas trabaja; personas con ilusión por el saber, por aprender, que les gusta prepararse y valoran el conocimiento.